Oculto tras la barrera

Sánchez y su Gobierno todo lo hacen en términos electorales: no son toreros sino recortadores, como mucho

Había comprometido con la revista Centinela un texto sobre la tauromaquia antes de que el ministro Urtasun la convirtiese en trending topic. Lo bueno es que todos mis argumentos sobre la riqueza antropológica y artística de la Fiesta van allí, así que no me los puedo traer aquí.

¿Y por qué eso es bueno? Porque ustedes, para qué nos vamos a hacer trampas en el solitario, se los saben de sobra. Y porque yo creo que a la tauromaquia no le pega nada la pose llorona y reactiva ante los desdenes de unos políticos de segunda. Un desplante es mucho mejor. La Fiesta pide celebración y no quejumbre. Como mi otro artículo iba a ser apolítico y admirativo, será pura Fiesta (en los dos sentidos).

Y entonces ¿qué haremos aquí? Desenmascarar al gobierno socialista. Tampoco tendrá un mérito extraordinario, porque es la misma jugada de siempre. El Gobierno está basando toda su estrategia en dividir a los españoles. Busca alzar el dichoso muro que contra la derecha prometió Sánchez.

Hacen sus cálculos, y si los españoles taurinos son la mitad menos uno, y la mitad más uno son los que no entienden la fiesta, pues, ea, nos dividen. Esa tensión que crean entre españoles es lo único que les permite que los de su bando, llevados por el ardor guerrero y el sentido de equipo, se traguen las bolas gordas que ellos les cuentan. Psicológicamente es muy simple y moralmente muy discutible, pero como mecánica funciona muy bien.

Al ministro el cuerpo le pedía embestir contra los toros por sus prejuicios ideológicos y su falta de conocimiento de la realidad que conllevan, por supuesto; pero él ha sacado la calculadora y ha visto que le es rentable esconderse tras la barrera del animalismo para crear polémica, sabiendo que a río revuelto, la ganancia será para el Gobierno.

Un Gobierno, aunque nazca de un partido o de una coalición, debe aspirar a gobernar para todos. Este ni gobierna ni para todos. Se conforma con crear conflictos artificiales, para aprovechar el jaleo para ponerse al frente del sector un poco más numeroso. Así mantiene una mayoría precaria y sobreexcitada. La belleza de los toros, su hondísima realidad mítica, sus inmensos beneficios medioambientales, su poso histórico y su valor inmaterial con mito originario de una de las naciones más antiguas del mundo ni los conocen ni les importan ni están aquí en cuestión. Nosotros eso lo celebraremos; pero otro día. No entremos a este trapo burdo.

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